Filosofía

Reflexiones Personales sobre la Ingeniería Actual

El enorme avance tecnológico actual en todos los campos de la ingeniería está basado,en gran medida, en los sofisticados y potentes algoritmos de resolución de ecuaciones diferenciales por métodos numéricos. A ello se le une la escalofriante potencia de proceso de los equipos informáticos estándar disponibles en el mercado. El ingeniero del siglo XXI dispone, por fortuna, de innumerables y potentísimas herramientas informáticas para resolver cualquiera de los problemas que le surgen en el día a día de su profesión.

El manejo “friendly” de este tipo de paquetes informáticos ha trivializado (a veces de forma preocupante) el cálculo de complejísimos problemas ingenieriles, los cuales,hace sólo una o dos décadas, eran inabordables y tenían que ser resueltos por métodos y modelos aproximados. Por entonces, nuestros antecesores se conformaban con obtener soluciones“ingenieriles” aproximadas, que lejos de ser menospreciadas, han demostrado un enorme esfuerzo conceptual e ingenio por parte de sus creadores.

¿Alguna vez te has parado un momento a pensar qué hay tras esas excelentes, potentísimas y modernas herramientas informáticas de diseño y cálculo? ¿En qué principios o ecuaciones básicas se basan esos modelos…? Algunos lo hemos hecho; la respuesta es sencilla y sorprendente: se basan en el genio de un puñado de portentos matemáticos, físicos e ingenieros del siglo XIX, quienes hace casi 200 años revolucionaron nuestra existencia y modo de vida en el planeta tierra con sus geniales y elegantes ecuaciones diferenciales.

Me resulta enormemente inspirador como ingeniero del siglo XXI contemplar la elegancia casi divina de las ecuaciones de Maxwell publicadas en 1865 que unificaron dos de las 4 fuerzas de la naturaleza conocidas: la fuerza electromagnética.

Ecuaciones de Maxwell (1865 ).

Del mismo modo, me dejan sin palabras las ecuaciones de Navier-Stokes, que definen con casi absoluta precisión el movimiento de los fluidos Newtonianos, incompresibles, para cualquier condición de contorno del problema. Estas ecuaciones se basan en las conocidas leyes de conservación de la masa y cantidad de movimiento, propuestas más de un siglo antes por Isaac Newton.

Ecuaciones de Navier-Stokes.

 Como ingeniero civil no puedo obviar el genio de Isaac Newton, cuyos principios, leyes y descubrimientos siguen siendo hoy válidos y precisos en aplicaciones de ingeniería civil y mecánica. Sus leyes nos han llevado a la exploración del espacio, a pesar de saber que sus teoría no son correctas y que sólo suponen una excelente aproximación a la Teoría de la Relatividad propuesta por el mayor genio del siglo XX, Albert Einstein.

A veces, cuando voy a pulsar la tecla “calcular” de un programa informático en alguno de mis proyectos reflexiono en todo esto. En cierto modo añoro y envidio el quehacer de los ingenieros de la Revolución Industrial del siglo XIX, quienes a diario debían aplicar su “ingenio” e inteligencia para suplir la falta de potentes herramientas de cálculo. Ellos fueron los pioneros del desarrollo tecnológico que disfrutamos hoy, basado en el esfuerzo, sacrificio personal y consumo de neuronas.

En numerosas ocasiones he tenido que revisar los proyectos de otros compañeros de profesión y he detectado el excesivo empleo de programas informáticos de cálculo, con resultados gráficos de excelente calidad estética y visual, pero que evidentemente no eran reflejo del fenómeno físico que pretendían simular y analizar. Echo de menos los cálculos manuales más simples y el uso de los números gordos que nos permiten saber con buena aproximación si el modelo matemático está dando resultados “razonables”.

La causa principal de este problema está en el profundo desconocimiento por parte del usuario de las hipótesis básicas de diseño y las limitaciones con las que fueron diseñados esos programas; sin contar con la peligrosísima sensación de confianza que dan estos programas a usuarios noveles. A esta situación no suelen ayudar mucho los propios desarrolladores del software, los cuales intentan a toda costa mantener en secreto el know-how y sus lícitos derechos de propiedad intelectual.

Cuando en el verano de 2012 tomé la decisión de crear mi propio negocio de consultoría de ingeniería, en periodo de coyuntura económica adversa debido a la crítica situación de crisis financiera en España, necesitaba alguna motivación personal que me diera la suficiente dosis de optimismo para iniciar esta aventura. En mi caso, la motivación me ha llegado de los valores de esos ingenieros del pasado y de su capacidad de adaptación a un periodo revolucionario de nuestra historia moderna, la revolución industrial, con sus luces y sombras.

Me sentiría satisfecho si fuera capaz de imprimir ese espíritu en las personas y colaboradores que me ayuden en llevar este proyecto a buen puerto. Eso sí, empleando y aprovechando con conocimiento todas las herramientas de cálculo avanzado que por fortuna disponemos hoy en día.

 

Gabriel Chamorro Sosa

Ingeniero de Caminos, Canales y Puertos.